Tuesday, August 05, 2014

MALES, MALL(E)S Y MILES

Hasta antes del movimiento moderno, los edificios tenían el rol de configurantes del espacio público. Se disponían en función de conformar el vacío cívico y donaban sus fachadas para constituir el espacio donde se daba de facto la sociedad: calles, plazas y parques. Con el “edificio objeto” ideado por el movimiento moderno a inicios de 1900, la arquitectura comienza a desentenderse de lo que rodea al edificio, privilegiando el contenido interior e individual por sobre el exterior colectivo.

Por su parte, «a mediados de los 50, Víctor Gruen, consuma la relación entre aire acondicionado y shopping con la invención de la galería comercial», abuela del Mall actual (KOOLHAAS, 2001). En efecto, adicionando al shopping; la invención del aire acondicionado (climatización), la invención de escala mecánica (continuidad) y la eliminación de las ventanas (interior), se inaugura el interior continuo y climatizado infinito para comercio, espacio que hoy por hoy, no solo describe el Mall actual, sino que se ha convertido en un paradigma sucedáneo del espacio público tradicional: El espacio público (privado) contemporáneo. Si bien éste no le ha quitado el rol al espacio público tradicional, a lo menos le quita ciudadanos y los reúne en una versión más soft, al tiempo que los convierte en consumidores.

A más de treinta años de que abriera Parque Arauco, el concepto Mall se ha expandido por el territorio nacional con mayor o menor éxito, habiendo casos emblemáticos de fricción social, como el bullado Mall de Castro. En efecto, si bien estas edificaciones, vienen a materializar un plan de expansión comercial empresarial, generan una doble convulsión social, en tanto materializan y avasallan simultáneamente anhelos sociales.

Como edificio, el Mall tiene una tipología definida, siendo uno de los principales problemas la relación de este objeto introvertido con personalidad tipo y el contexto en el que se inserta. En el caso de Chillán, y ya amainada por acostumbramiento la polvareda levantada en torno a la inauguración de Plaza el Roble en el 96, surge nuevamente el debate respecto de la adaptación contextual de la ampliación recientemente terminada: “llegó, un vecino nuevo de Santiago”.

Por sobre los “debe o no debe” impuestos por la moral económica de cada quien, cabe reflexionar respecto de la asertividad de la propuesta y el aprendizaje que nos deja.

Tenemos, en el caso de la ampliación, un edificio que “le lleva” de todo lo necesario para una arquitectura de revista fashion: incluye pasarela por sobre la vía pública, incluye una fachada acristalada modulada paramétricamente, ángulos varios, etc.; en suma, el vecino capitalino materializa un mal relativamente endémico en el gremio de los arquitectos: la arquitectura sexy hecha para el aplauso cool de los pares y las revistas, situación que, centra los esfuerzos de diseño, no en los usuarios, sino que en pavimentar con ego la carrera profesional, por cierto, se disfraza de innovación  y complicación -no complejidad-  el edificio producido. Sin embargo, lo realmente complejo es innovar yendo hacia atrás. Gestar el nexo entre lo viejo y lo nuevo con suficiente traslapo para acompañar al usuario y la ciudad en el paso del tiempo.

Contextualizar un edificio no se traduce en copiar y pegar ramplonamente materiales, formas y alturas de las edificaciones contiguas, implica más bien realizar una lectura integral, concienzuda y sensible de las características del contexto referente y recomponerlas actualizando sus valores socioculturales en una propuesta contemporánea: la versión nueva de lo anterior. La lectura de elementos arquitectónicos característicos e identitarios y su reinterpretación en un edificio de impacto y pregnancia social, es imprescindible si se tiene alguna intención de contribuir socialmente. Materiales, tipologías, elementos arquitectónicos de «lo chillanejo» -lo que quiera que esto sea- no quitan “mallicidad” a un Mall, por el contrario, lo insertan y ayudan a formar parte de la ciudad y de lo propio: el mismo negocio, pero mejor negocio y de paso, posibilita aproximarse a que un Mall, no sea un mal.


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