Wednesday, June 27, 2012

RULOS, VIRUTA Y UNA LECCIÓN Texto leído en acción religiosa fúnebre de Holmes Arturo Cárcamo Gutiérrez (Q.E.P.D) San Ignacio, 27 de junio de 2012

RULOS, VIRUTA Y UNA LECCIÓN 
Texto leído en acción religiosa fúnebre de 
Holmes Arturo Cárcamo Gutiérrez (Q.E.P.D) 
San Ignacio, 27 de junio de 2012 





Conocí a Holmes en tres etapas de mi vida y es a partir de ello que escribo estas líneas.

1.-           Aún siendo niño, lo recuerdo como mi tío mayor. Lo recuerdo con viruta entre sus rulos y casi siempre con aserrín en las pestañas, domesticando madera tal como lo hacia nuestro abuelo muchos años antes. Efectivamente Holmes, cultivó durante toda su vida el legado del maestro Cárcamo, ese oficio antiguo y fundador que de uno u otro modo hemos esparcido los Cárcamo, hacia el norte y hacia el sur; como virutas de una familia de madera de la que Holmes, más que buena leña, fue pellín y del bueno.

Lo recuerdo también saliendo o llegando a su casa al final del pueblo, allá atrás, al lado del estadio en el dominio de los Cárcamo's, montado en su bicicleta como certeramente lo retrata la fotografía que hoy acompaña su velorio.

2.-           A eso de mis 16 años, me ofreció su soldadora para que aprendiera a soldar. “Güena máquina…” -me dijo- suavecita; periprecisa” agrego después, escondiéndose bajo sus cejas con su clásica sonrisa achinada y paternal.

Durante los años siguientes, nos encontrábamos casi siempre por ahí, al pasar, hablábamos de mi abuela, del sol o de cualquier cosa. Eso me desesperaba un poco, debo confesar. Que no hubiera un tema rápido o urgente. Ahora lo entiendo, el problema era que mi impaciencia quinceañera no me permitía aún entender la lección.

3.-           El año 2007 lo conocí de nuevo. Me acompaño durante varios meses a trabajar a la cordillera. Siempre sonriendo, enérgico y güeno pa’ comer…
No mucha gente lo sabe, pero Holmes me ayudo en la última etapa de estudios: La construcción de mi proyecto de titulo requisito vital para hacerme arquitecto.

Fue entonces que lo conocí bien. ¡cómo no!, si estábamos todo el día juntos cortando, martillando, cocinando y durmiendo. Recién entonces descubrí a un personaje atípico y peculiar, sin duda alguna, muy especial.

HURAÑO, FRATERNAL, SENCILLO, MANSO Y HUMILDE…

Efectivamente, Holmes era sencillo y humilde, dos condimentos que no se venden en frasco en las farmacias; dos condimentos que ¡por dios! que nos hacen falta por estos días.

Ese era Holmes, un gallo sencillo y simple en el bonito sentido de lo que significa la palabra simple.
Con lo anterior me refiero a ese tipo especial de personas que, por alguna razón, descubren e identifican muy tempranamente en sus vidas, las cosas que valen la pena y las diferencian, de las que no la valen.

Se podrá decir por allá al fondo que no tuvo familia... Sin embargo, estarán de acuerdo conmigo por acá adelante, que si la tuvo: la eligió, y la cultivó; su madre y sus amigos. Placer que por cierto,  no todos nos permitimos.

Tiempo más tarde, tras terminar el trabajo en la cordillera (el 2009 tal vez) le conté una vez lo feliz que estaba por el mirador que él había construido en buena parte. La obra había sido publicada en México, España, Argentina entre otros países del orbe, a lo que él respondió solo con su clásica sonrisa achinada y paternal. Le dio lo mismo lo que le conté, bofetada a mi ego… Tras preguntarme y buscar el por qué no le importó, entendí finalmente la lección subyacente:

Holmes descubrió, sin duda alguna, que no tiene sentido la vida corriendo a la siga de las estupideces que a la gran mayoría de nosotros nos desarman el día a día. Las cuentas, la pega, la plata o la cuota de $34.990 que vence pasado mañana. Él en cambio, prefería tomar su bicicleta y pasar la tarde con sus amigos y la noche y el día siguiente si le venía en gana. Sin prisa, sin Transantiago, sin mail. Solo usando su vida, sin más.

Eso no lo descubren todas las personas y él, sin duda, lo hizo muy tempranamente. Eso se llama sabiduría de vivir.

Por último quiero agradecer a todas las personas que en estos días lo han acompañado y a nombre de sus hermanas, los especiales agradecimientos a sus amigos que lo acompañaron como su propia familia tras la partida de la abuela.




Gracias

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